
Miércoles, 09 de Junio de 2010 00:57 José María López Dafonte
La guerra civil en Euzkadi supuso un duro golpe a la inocente población civil. El bombardeo de Durango el 31 de marzo de 1937 se convirtió en una acción bélica pionera en la utilización de la aviación en el bombardeo de núcleos urbanos civiles. Ya el 23 de abril del mismo año el ataque aéreo sobre la legendaria villa de los Fueros por parte de los aviones alemanes al servicio de Franco casi arrasan Gernika, pues quedaron en ruinas el 70 por ciento de los edificios y además sus ametralladoras crepitaron furiosamente, batiendo arbolados y carreteras, donde se amontonaban ancianos y niños buscando refugios.
La intensidad del criminal atentado conmovió al mundo civilizado. El mismo lendakari Aguirre inició la campaña, al día siguiente del bombardeo, con un dramático llamamiento a los gobiernos del mundo para que ayudaran a salvar a los pequeños vascos. Sólo la inmensa respuesta internacional –salvo Portugal, Alemania e Italia– en forma de repulsa manifiesta salvó a Bilbao de un ataque aéreo más brutal aún que el de Gernika, cometido con una fría determinación de doblegar la retaguardia del País Vasco por medio del terror.
Los bombardeos indiscriminados sobre Gernika durante cuatro horas fueron un anticipo de lo que poco después sucedería a gran escala enla II Guerra Mundial, alcanzando su punto álgido con el lanzamiento de bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto respectivamente, en donde las victimas civiles alcanzaron cifras alarmantes. Estos crímenes de guerra jamás fueron juzgados. Tanto el de Gernika ( el primer bombardeo en alfombra ) como los ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki convirtieron a sus autores y principalmente a los que ordenaron su ejecución, el general Franco y el presidente Truman, en auténticos terroristas.
En 1937 cuatro millares de niños vascos embarcaban en un buque rumbo ala Gran Bretaña.Ataviados tan solo con dos mudas de ropa y un cartón en el que figuraban únicamente sus datos personales, tras un intenso viaje llegaron a Eastleigh.
Allí los pequeños vascos vivieron intensamente aprendiendo la lengua inglesa y, acompañados por monitores, disfrutando del cine de aquel tiempo y de otras actividades lúdicas.
Hace tan solo un año estos mismos niños se reunieron en Eastleigh para rememorar estos momentos. Sin embargo, mi madre, la niña de la guerra, no pudo asistir.
Aún recuerdo como si fuese ayer el día de su marcha.
La tarde cortita de diciembre está muriendo y con ella se va , parece imposible. Respiración siempre jadeante, el último turno de los quiquiriquíes y el amargo trance de la despedida. Carmina la niña ferrolana de la guerra, exhausta, sólo unos minutos la separan de las tinieblas. Le cantan al oído una nana y los últimos resplandores se apoderan de su memoria.
Niña de la guerra a los quince años enla España rota de la campaña del Norte y posteriormente en los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Bombardeos aterradores, lucha cuerpo a cuerpo con la muerte y horror a manos llenas. Después lágrimas de su padre, el ferrolano Edmundo Sanjuán (capitán de fragata y delegado marítimo de Guipúzcoa) y de su hermana Lolita en la angustiosa despedida, en el mar de Santurce; allí también en el adiós se encuentra el lendakari, a José Antonio Aguirre le traiciona la emoción entre el dolor y la impotencia.
Y otra vez, de nuevo, la barbarie, las máscaras de gas, los bombardeos de los pájaros de hierro de los chicos rubios del III Reich, y la música de Vera Lynn y la voz firme del Premier británico invaden la radio.
La intensidad del criminal atentado conmovió al mundo civilizado. El mismo lendakari Aguirre inició la campaña, al día siguiente del bombardeo, con un dramático llamamiento a los gobiernos del mundo para que ayudaran a salvar a los pequeños vascos. Sólo la inmensa respuesta internacional –salvo Portugal, Alemania e Italia– en forma de repulsa manifiesta salvó a Bilbao de un ataque aéreo más brutal aún que el de Gernika, cometido con una fría determinación de doblegar la retaguardia del País Vasco por medio del terror.
Los bombardeos indiscriminados sobre Gernika durante cuatro horas fueron un anticipo de lo que poco después sucedería a gran escala en
En 1937 cuatro millares de niños vascos embarcaban en un buque rumbo a
En este lugar, en el que serían alojados de forma provisional, recibieron una cálida bienvenida. El alcalde de la ciudad se volcó con los recién llegados, así como la Brigada de Niños, sindicatos y movimientos locales que contribuyeron con sus donaciones y los trabajos para construir el campamento destinado a alojar a los niños.
Allí los pequeños vascos vivieron intensamente aprendiendo la lengua inglesa y, acompañados por monitores, disfrutando del cine de aquel tiempo y de otras actividades lúdicas.
Hace tan solo un año estos mismos niños se reunieron en Eastleigh para rememorar estos momentos. Sin embargo, mi madre, la niña de la guerra, no pudo asistir.
Aún recuerdo como si fuese ayer el día de su marcha.
La tarde cortita de diciembre está muriendo y con ella se va , parece imposible. Respiración siempre jadeante, el último turno de los quiquiriquíes y el amargo trance de la despedida. Carmina la niña ferrolana de la guerra, exhausta, sólo unos minutos la separan de las tinieblas. Le cantan al oído una nana y los últimos resplandores se apoderan de su memoria.
Niña de la guerra a los quince años en
El trasatlántico “Habana” con cuatro mil niños vascos, y entre ellos Carmina y sus hermanos pequeños Caridad y Adolfo, puso rumbo a Southampton ( Inglaterra) en la noche (a fin de evitar la aviación alemana) del 20 de mayo de 1937 escoltado por dos destructores británicos. Esta expedición de socorro fue debida al esfuerzo de la señora Manning, ex diputada laborista, al arzobispo católico de Westminster y a la diputada “tory”, la duquesa de Atholl y en definitiva a buena parte del pueblo inglés.
Cuatro mil niños hacinados y hambrientos escapan de las atrocidades de los golpistas. Y por fin el Reino Unido se convierte en el nuevo hogar de Carmina. Primero Southampton luego Upton y después Kighley. Su pasión por la danza y la música le hará recorrer buena parte de Inglaterra… se escenifican canciones folklóricas españolas Ya se van los pastores, Marín ten bos mariñeiros, Eres alta y delgada, entre otras, dentro de las filas del Coro de los Niños Vascos (“Songs on the Basque Children”).Y otra vez, de nuevo, la barbarie, las máscaras de gas, los bombardeos de los pájaros de hierro de los chicos rubios del III Reich, y la música de Vera Lynn y la voz firme del Premier británico invaden la radio.
Ya en las últimas luces, Carmina se despide de Emily Houseman, la chica que le hacía feliz entre las espesas humaredas de carbón del Yorkshire, y al final se abraza al hombre que la hizo dichosa, su marido Andrés López Dafonte. Y el frío se va apoderando de su cuerpo al que se une un hilo de fe y esperanza en la vida eterna que comienza con humildad y sosiego, mientras el aire se vuelve incienso y un pedacito de cielo blanco le dice adiós.





